-calla –lo interrumpió ella- no existe el pasado. No hay nada que perdonar. Empecemos a vivir desde hoy.
Mira –le dijo separándose y cogiéndole una mano-, el mar. El mar no sabe nada del pasado. Ahí esta. Nunca nos pedirá explicaciones. Las estrellas, la luna, ahí están y siguen iluminándonos, brillan, para nosotros. ¿Qué les importa a ellas lo que haya podido suceder? Nos acompañan y son felices por ello; ¿las ves brillar? Titilan en el cielo; ¿lo harían si les importara? ¿Acaso no se levantaría una tempestad si dios quisiera castigarnos? Estamos solos, tu y yo, sin pasado, sin recuerdos, sin culpas, sin nada que pueda interponerse en nuestro…amor.
Mira –le dijo separándose y cogiéndole una mano-, el mar. El mar no sabe nada del pasado. Ahí esta. Nunca nos pedirá explicaciones. Las estrellas, la luna, ahí están y siguen iluminándonos, brillan, para nosotros. ¿Qué les importa a ellas lo que haya podido suceder? Nos acompañan y son felices por ello; ¿las ves brillar? Titilan en el cielo; ¿lo harían si les importara? ¿Acaso no se levantaría una tempestad si dios quisiera castigarnos? Estamos solos, tu y yo, sin pasado, sin recuerdos, sin culpas, sin nada que pueda interponerse en nuestro…amor.
LA CATEDRAL DEL MAR. Idelfonso Falcones. Ed.MONDADORI.
FOTO. LUZ DE ATARDECER MARINO. Juan Carlos Marquez.